You only lose what you cling to

Hoy al finalizar la práctica de yoga, todos recibimos un papelito de la instructora con una frase por motivo del solsticio de verano, la mía decía así:

You only lose what you cling to.

Me pareció tan cierta y apropiada, por el día y por la energía que fluía en el momento. Al terminar de leerla sonreí y agradecí: por el mensaje y por haber llegado a practicar este día.

Regresé a casa y decidí escribir sobre lo que he aprendido y soltado gracias al yoga.

Hace casi dos años empecé a practicar yoga con dedicación, al inicio lo tomé como un sustituto del gym o correr (no me gusta ninguno de los dos), a mis entonces 28 años sentía que debía practicar alguna actividad física y me decidí por él. Además me atraía la idea de experimentar todo lo que había leído: que además de trabajar mi cuerpo también lo haría mi mente, que ganaría flexibilidad, resistencia, etc, etc.

Con eso en mente, me inscribí en un estudio que me había recomendado un profesor de yoga, cuando le pregunté por lugares me dijo “si me pregunta en donde soy más feliz enseñando, es en OM” habiendo escuchado eso no lo dudé y me inscribí.

Conforme pasó el tiempo y fui comprendiendo mi práctica me di cuenta que las razones por las que había iniciado esta aventura eran superficiales y tontas, en aquel momento no lograba entender que el yoga no es sólo una actividad física, posturas complicadas, silencios y recitar mantras, es mucho más, muchísimo más y lo hermoso de esto es que para cada persona las posturas y la práctica significan diferentes cosas. Si bien se practica en comunidad, rodeado de otros seres humanos, de distintos géneros, edades, complexiones (sí, no es solo para delgados), etc, la práctica es tuya y solo tuya, tu marcas tu ritmo, cuidas tu cuerpo, tu mente y la llevas hasta donde la querrás llevar, con ahimsa (no violencia).

Sirsasana.

Gracias a yoga he aprendido a ser paciente, conmigo misma y con los demás, a no juzgarme tan severamente cuando algo no me sale bien, sea dentro o fuera del mat, he aprendido a escuchar mi cuerpo, a saber decir “no” cuando algo me excede, a cuidar mi mente y espíritu nutriendolos de cosas y personas que me sumen, que me acompañen y me ayuden a ser mejor.

He aprendido a respirar, sí a respirar y a fluir con mi respiración de acuerdo a lo que necesito, no lo que deseo sino lo que es bueno para mí. Esto sin duda es una de las dos lecciones más grandes que mi práctica me ha enseñado, a no apegarme a las personas, a las emociones – positivas y negativas – a mi trabajo, al ego, a las cosas materiales y a todo lo demás que a veces nos atormenta. Aprender a soltar no ha sido fácil pero sí liberador.

Om Yoga Guatemla.

La segunda lección más grande, es la intencionalidad asignarle a cada acción y pensamiento una intención y enfocarse en ella, dristhi es lo que en la práctica se conoce como “insight” o hacia donde llevas tu mirada mientras estás en alguna asana (postura), el hecho de focalizar la mirada en un punto concreto ayuda a concentrarnos, a que dejemos de prestar atención al vecino para compararnos con él y a poner más atención a lo que pasa con nuestra respiración y en nuestro interior. Llevar esta idea fuera de la práctica de yoga supone un reto diario que se renueva muchas veces a lo largo del día y es justo en esos momentos en donde agradezco que mi comportamiento, cuerpo y espíritu esté siendo transformado por el yoga.

Aún falta mucho en este camino pero estoy confiada que estará lleno de luz y aprendizajes a veces fáciles a veces difíciles pero que sin duda me harán evolucionar.

2 Comments

  1. Enrique dice:

    Muy interesante. Saludos Vannia.

  2. Gracias por leer Enrique 🙂

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